domingo, 24 de marzo de 2013

Capitulo 1



—Y a sabes de qué va esto. Tú aceptas. Sin rechistar. Nosotros nos ocupamos del transporte y de la excavación, y luego te entregamos el dinero. Tus tierras volverán a estar como antes, no se notará nada.

El hombre, bajo y moreno, miró a Angelo con desconfianza. Luego contempló por un instante la tierra, oscura, salpicada de olivos, y negó despacio con la cabeza.

—¿Qué es lo que no te parece bien, eh? —le preguntó Angelo con la voz alterada. Con solo veintidós años tenía el tono grave y ronco. Su cuerpo nervioso no soportaba la falta de acción. Incluso cuando tenía que permanecer quieto, a la espera, no podía dejar de balancearse sobre los pies con impaciencia.

El hombre volvió a negar con la cabeza.

—Quiero el dinero cuanto antes.

Angelo se echó a reír y le miró por encima del hombro. A poca distancia de ellos dos, a la entrada del camino que llevaba a la finca, estaba aparcado un enorme todoterreno negro, manchado del polvo del campo.

Apoyado en una de las puertas estaba un chico de pelo castaño con las piernas cruzadas, aparentemente más joven que Angelo. Llevaba vaqueros y camiseta, daba la impresión de que estuviera a punto de echar a correr detrás de un balón en mitad de aquellos campos con olor a flores y a tierra recién arada.

En lugar de eso, devolvió la mirada a Angelo y alzó levemente el mentón, con una actitud más adulta de la que aparentaba.

—Un trato es un trato, viejo estúpido —exclamó Angelo con una sonrisa que en un instante se había convertido en una mueca torcida. Se echó mano al bolsillo trasero del pantalón, donde tenía la pistola. Sentía cosquillas en los dedos.

—Mi mujer tiene que hacerse la operación cuanto antes —insistió el viejo—. No puedo esperar, no hay tiempo.

Angelo ignoró el tono suplicante y las lágrimas que asomaban a los ojos del agricultor. Siempre la misma historia. Todos tienen algún asunto que resolver, todos quieren el dinero de inmediato. Pero ninguno tiene la mínima idea de lo que significaba manejar un negocio como aquel. Angelo no podía fiarse de nadie.

Sacó la pistola y apuntó al viejo en la sien. Éste se irguió al instante.

—Vamos a ver si así te convenzo. Voy a abrirte un agujero en la cabeza y a meterte dentro una idea muy simple: nosotros no pagamos por adelantado.

—¡Angelo! —gritó el chico junto al coche, enderezándose.

—¡Métete en tus asuntos! —chilló Angelo a modo de respuesta—. Estoy hasta las narices de tratar con estos pedigüeños. Carguémonoslos a todos y quedémonos con sus tierras —añadió, mientras apretaba el cañón de la pistola contra la sien del agricultor—. ¿Qué me dices? ¿Te parece bien? Os mando a ti y a tu mujer derechitos al otro barrio, así vosotros resolvéis vuestros problemas y nosotros, los nuestros.

El hombre, que no se atrevía a moverse, escuchó el sonido de unos pasos rápidos sobre la grava. Un segundo después, el chico de pelo castaño y ojos color miel estaba junto a ellos.

—¿Qué es lo que estás haciendo? —exclamó, mirando la pistola con  inquietud—. Tano ya te ha avisado, no hagas ninguna tontería.

Al escuchar el nombre de su padre, Angelo aflojó un poco la presión sobre el arma. Los nudillos recuperaron el color. Y el viejo, instintivamente, aprovechó para escapar. Echó a correr, como si creyera que podía alcanzar la casa antes de que la bala de Angelo lo alcanzara a él. Como si los muros del lugar donde había nacido y crecido pudieran bastar para protegerlo.

—Maldito bastardo —dijo Angelo apuntándole. El chico de ojos color miel fue más rápido: con un movimiento de la mano desvió el brazo de Angelo, que disparó al aire. La bala acabó clavándose en el tronco de un olivo cercano.

Angelo volvió a echarse a reír. Ver cómo aquel viejo corría a trompicones, lo ponía de buen humor.

—Déjame que al menos me divierta. De todas formas, no vamos a sacarle nada —concluyó con voz firme. Apuntó y comenzó a disparar de modo que las balas pasaron rozando al viejo sin llegar a darle, levantando nubecillas de polvo en torno a sus pies.

Una mujer apareció en la puerta de la casa y se puso a gritar algo.

—Fantástico —dijo el chico de ojos color miel—. Llamemos la atención de todo el vecindario.

Se encaminó hacia el coche.

—Date prisa, alguien llamará a la policía —añadió, apretando el paso.

—Me encantaría dispararle a algún madero —comentó Angelo, alcanzándolo y abriendo la puerta del copiloto.

—Y a mí a veces me gustaría dispararte a ti —murmuró el chico, mientras se montaba en el asiento del conductor y encendía el motor. Salió del camino haciendo chirriar las ruedas del coche y dejando tras de sí una densa polvareda blanca.

Angelo encendió el equipo de música, subió el volumen al máximo y se puso a cantar con el brazo fuera de la ventanilla.

—Todavía no estás satisfecho, ¿a que no? —preguntó el chico de ojos color miel, con la mirada, dura y severa, puesta en la carretera.

El otro no se tomó la molestia de contestarle. Se limitó a cantar más alto todavía.

El coche desembocó en la carretera principal, alejándose de los olivares en dirección a la ciudad. Por las ventanillas abiertas se colaba la brisa del mar, siempre tan cortante en septiembre, siempre tan intensa después del calor veraniego.

—¿Qué es lo que piensas hacer ahora? —volvió a preguntar el chico, alzando la voz para hacerse oír por encima del ruido—. Has fastidiado cinco contactos de los cinco que teníamos. Tano no estará contento.

 Angelo se calló. Después apagó el equipo de un manotazo violento.

—Tano, Tano, no haces más que nombrarlo. Es mi padre, no te olvides de eso. Y este negocio lo llevo yo —gritó, revolviéndose en su asiento—. De todas formas, sus métodos ya no funcionan. ¿No ves cómo apestan a rancio? ¡Hasta el olor se me mete en la garganta! Si sigue así, lo acabarán quitando de en medio.

El chico apretó los labios.

—Él sabe lo que se hace. Al contrario que tú.

 Angelo exhaló un profundo suspiro.

—Escucha, este sitio da asco. La gente está tan apegada a sus tierras que parece que te estén vendiendo su propia sangre.

—Puede que sea así.

Angelo se rió.

—Me gusta la idea. Pero en serio, deberíamos volver a nuestro territorio. Allí es todo más fácil, a la gente no le importa en absoluto tener un poco de mierda debajo del culo. Están acostumbrados —estaba cada vez más acalorado—. Podríamos encontrar un agujero en cualquier sitio.

 —No. Tenemos a los otros clanes encima y Tano lo sabe —replicó el chico—. Debemos encontrar algún sitio donde deshacernos de los residuos y mantener el asunto en secreto.

—No lo será por mucho tiempo. Incluso los olivos tienen ojos y oídos.

—Lo sé, pero hasta que lo consigamos, tenemos ventaja sobre los demás.

Angelo se llevó las manos a las sienes y cerró los ojos.    

—La cabeza me está matando.
Abrió la guantera del coche y empezó a revolver entre los documentos y demás trastos. Con una mano temblorosa, sacó una cajita de metal.

 —¿Qué estás haciendo? —inquirió el chico de ojos color miel mientras reanudaba la marcha. Vio que el otro había cogido un espejito sobre el que esparcía unos polvos blancos—. Joder.

Frenó con brusquedad y se quedó clavado en el arcén de la carretera desierta. El polvo blanco se había desparramado por todas partes. Angelo puso cara de incredulidad, pero no le dio tiempo a reaccionar, el otro ya se había bajado del coche.

—¡Maldito gilipollas! —gritó, mientras se bajaba él también.

—Prometiste que lo dejarías —exclamó el chico—. ¡Estás fuera de control!

—Ya está bien de tanta historia —replico Angelo—. Así no hay manera de controlar el estrés. De vez en cuando tengo que meterme, es mi forma de ponerme las pilas.

—Nos pones a todos en peligro —dijo el chico entre dientes. Los dos se miraron a los ojos, atravesados por una corriente de odio profunda y recíproca, un odio que había nacido años atrás, sobre los escombros de su infancia, sin que ninguno de los dos hubiera sido consciente de ello. Quizá hasta ese preciso momento—. Si no te hubiera detenido, habrías matado a ese viejo —continuó el chico.

Angelo escupió en el suelo y se metió las manos en los bolsillos del pantalón.

 —Para nosotros, matar a alguien significa dos cosas: que te tienes que ocupar del cadáver —añadió el chico—, y que llamas la atención de la policía. No es tan difícil de entender. ¿Y qué habrías hecho después? ¿Habrías matado también a la mujer? Así no se puede trabajar, Angelo. Acabarás con todos nosotros, si es que antes no te echan.

—No me gusta tu tono. Tú no eres nadie —murmuró Angelo lanzándole una mirada perversa. Se dio media vuelta, llegó a la puerta del coche y a continuación, se subió al asiento del conductor.

—Deberías recordar que aquí el jefe soy yo —gritó desde el interior. Luego puso el equipo de música a todo volumen y salió disparado, pasando bruscamente de la segunda marcha a la tercera.

El chico moreno vio cómo se alejaba el coche y sacó la pistola del bolsillo trasero de los vaqueros. Guiñó un ojo, tenía el coche de Angelo en el punto de mira. Habría bastado con disparar, agujerearle una rueda, esperar a que se saliera de la carretera y que el impacto lo dejara seco. Su pulso era firme, tenía una probabilidad de nueve entre diez.

En lugar de eso, el chico bajó el brazo con lentitud, vio cómo el coche giraba en una curva, y devolvió la pistola a su sitio. Del otro bolsillo sacó un reproductor de Mp3 y se colocó los auriculares, subiendo a tope el volumen de la música.

 En realidad, no existe el lado oscuro de la luna. De hecho, toda ella es oscura.

Echó a andar despacio, inspirando al aire salobre y pensando que antes o después, no importaba cuándo, encontraría la forma de ajustar cuentas con la vida.

Era sólo cuestión de saber esperar. En la sombra. 

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Bueno,  pues aquí esta el primer capítulo, subiré con mucha regularidad, espero que os haya gustado, pedirme por favor los capítulos por twitter   @OlgaJustSwag es decir me mencionáis y me lo pedís vale? Pasar la novela si os gusta! :D 
Peace & Love.

6 comentarios:

  1. Bueno, pues lo primero... ¡A penas has subido un capítulo y ya me tienes completamente enganchada! Eww, no sé... Escribes tan bien, me gusta muchísimo como narras, cuando leo siento que estoy leyendo un libro, escrito por un escritor profesional y, mi dios, es kljadksjd. Y dios mío, Justin, ¿en una mafia? ahí ya me enamoraste, o sea... Es tan asjds, jo. JAJA. Aquí tienes a una lectora fiel, en serio. Todo el mundo debería leer esta novela, últimamente hay pocas que valgan la pena y la tuya lo vale realmente.
    ¡Así que siguiente!

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  2. esta historia yo ya la e leido ,es mas es un libro publicado ,solo has cambiado el nombre del protagonista
    http://www.casadellibro.com/libro-sera-hermoso-morir-juntos/9788499896748/1967500

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  3. Ya, ya lo sé.
    No estoy intentando engañar a nadie ni mucho menos, es más, a casi todas las personas se lo he dicho, y cuadno subiese los siguientes capítulos lo iba a publicar también, que recordasen, que no es mía la novela, pero que la subo para que todo el mundo pueda conocer el libro, y también para que piensen en el protagonista como Justin Bieber, principalmente va dedicada a Beliebers, por esa razón, por que este tipo de personajes, gusta, y más si es tu ídolo.
    No pretendía ni engañar, ni defraudar :D
    Peace & Love.

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  4. Me ha encantadooooo.... ojala pudiera pedirtelo por twiter pero no tengo

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    1. No hace falta e.e Para las que me lo puedan poner por aqui, pues por aqui :D Para las que no, por twiter :D

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